Estos petroglifos (diseños simbólicos gravados en rocas) responden a la tipología de combinaciones circulares, el grupo más característico de los grabados gallegos.
Los dibujos se disponen sobre una superficie erosionada de roca granítica que emerge del suelo y que se ubica al pié de otras dos piedras que le sirven de abrigo. Este vestigio de más de 4.000 anos no se descubrió hasta el año 1997, cuando un cazador se sentó sobre él para reposar (+43º 3’ 52”, -9º 5’ 41”).