Al lado del Río Grande, encontramos los Batanes del Mosquetín, un enclave compuesto de tres batanes y seis molinos. Los batanes se emplearon desde finales del siglo XVIII y del XIX, y servían para abatanar los tejidos, es decir, para reducir el volumen de las piezas de lino y lana, y así pasaban a ser más compactas y tupidas.
Los batanes funcionaban por la fuerza del agua corriente del Río Grande, que hacía mover una rueda hidráulica que activaba unos mazos que golpeaban los tejidos hasta compactarlos.
Además de los batanes, entre rocas, arbustos y árboles se encuentran también seis molinos, todos ellos harineros, muy frecuentes en Galicia y empleados por los vecinos de Soneira y Bergantiños, así como por la gente de la zona del Xallas y la ría de Noia para moler el grano.
Se trata de una muestra de la ingeniería popular que evidencia la perspicacia de los vimianceses de la época para aprovechar la fuerza del agua y así optimizar la industria artesanal de la zona. Un sector con mucha tradición en Vimianzo en el que hoy destaca el encaje de bolillos, con más de medio centenar de palilleras en el municipio.
En el año 1997 el conjunto de los Batanes del Mosquetín se sometió a un proceso de rehabilitación por parte de la Diputación de A Coruña que culminó con un centro de interpretación.
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